Buscando al personaje perdido
Hola queridos campistas, hoy ya nos toca nuestra quinta prueba , y esperamos de corazón que hayan disfrutado con ellas hasta el momento.
¿De que se trata?
En si como dice el titulo es buscar al personajes perdido, les dejaremos 5 pequeños extractos por cabaña, en el cual ustedes tienen que adivinar cual es el personaje que falta en el dialogo.
es una prueba individual así que todos podrán participar, sus respuestas las tienen que enviar a campamentofandoms@gmail.com, con el asunto "buscando el personaje perdido" junto al nombre de su cabaña, en el correo debe ir su nombre, cabaña otra vez, y los nombres de los personajes perdidos que adivinen o encuentren.
Puntaje:
5ptos por personaje encontrado
5 ptos por ser el primero
3 ptos bonificacion extra por acertar a un 100%
Cabaña Nefilim:
1º Fragmento:
-¿Se refiere a la Pyxis?-Henry parecía confuso-No es un cristal, más bien una caja de madera. Y no existen tales almas... Los demonios no tienen alma. Tienen energía.
-Cállate Henry-le cortó Charlotte.
-Señora Branwell-Dijo- Por favor, no se preocupe. Lo sé todo sobre los de su clase, ¿sabe? Usted es Charlotte Branwell, ¿me equivoco? Y éste es su marido, Henry Branwell. Dirigen el Instituto de Londres desde el lugar que antes había ocupado la iglesia de Todos los Santos de Less. ¿De verdad pensaban que no iba a saber quiénes eran? Sobre todo después de que hayan intentado usar un glamour con mi lacayo. No soporta los glamours, le sale urticaria.
2º Fragmento:
La miró.
-¿Qué?
-Lo siento. Siento haberte hablado con brusquedad.
-¿Qué vez?-Inquirió con una risita divertida.
-Tú también me hablas con brusquedad, ya lo sabes.
-Lo sé-respondió, sorprendiéndola-Hay algo en ti que resulta tan...
-¿Irritante?
-Perturbador.
Clary quiso preguntar si lo decía como algo bueno o como algo malo.
3º Fragmento:
-Quizá entonces deberíamos hablar de nuestro arreglo.
-¿Arreglo?-susurró Tessa, que aún se sentía como si estuviera ahogándose en el mar.
-Si te vas a quedar será mejor que seamos discretos. Quizá lo mejor sea usar tu dormitorio. Jem suele entrar y salir del mío como si fuera suyo, y podría sorprenderle encontrar la puerta cerrada. Tu dormitorio, por otro lado....
4º Fragmento:
Clary lo observó cojear por el vestíbulo en dirección a su inconsciente amigo. Luego metió la Copa Mortal en el bolsillo con cremallera de su sudadera y se levantó. Isabelle se había arrastrado junto a su hermano y le acunaba la cabeza en el regazo, acariciándole los cabellos. El pecho del muchacho ascendía y descendía... respiraba lentamente. Exhausto contra la pared contemplándolos, parecía exhausto, Clary le oprimió la mano al pasar por su lado.
-Gracias.musitó-eso fue alucinante.
No me des las gracias a mí-respondió-dale las gracias al programa de tiro con arco del campamento de verano B'nai B'rith.
-No...
-¡Clary!-Era Jace, llamándola-Trae mi estela.
La dejó ir de mala gana.
5º Fragmento:
-¿Conoce la existencia de la Clave?-inquirió.¿Conocía su existencia, y sabía que había repudiados en esta casa, y no les informó? La simple existencia de repudiados es un crimen contra la Alianza...
-Ni la Clave ni la Alianza han hecho nunca nada por mí, no les debo nada.
-Déjalo, Jace. Si está enterada de la existencia de la Clave y de los repudiados-siguió-entonces quizá sepa usted qué le sucedió a mi madre.
Cabañ Magos:
1º Fragmento
-¿Listo?
-preguntó Tía Petunia, comprobando meticulosamente el cierre de su
bolso de mano para evitar mirar a Harry.
No respondió, sino
que se quedó allí de pie con la boca ligeramente entreabierta,
recordándole a Harry un poco al gigante, Grawp.
-Vamos entonces, -dijo
Tío Vernon.
Ya
estaba alcanzando la puerta
del salón cuando murmuró.
-No entiendo.
-¿Qué no entiendes? -preguntó
Tía Petunia.
Alzó una mano y señaló a Harry.
-¿Por
qué él no viene?
2º Fragmento
-Mi
Señor, -dijo en mitad de la mesa, su
voz sonaba consternada por la emoción-, es un honor tenerte aquí,
en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.
Sentada
junto a su hermana, tan diferente a
ella en aspecto, con su pelo oscuro y
ojos pesadamente perfilados, como lo
era en aguante y comportamiento.
-No
hay más alto placer, -repitió Voldemort,
su cabeza se inclinó un poco a un
lado mientras la evaluaba-. Eso significa
mucho, viniendo de ti. La cara de ella se llenó de color,
sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.
3º Fragmento
-¿Reconoces a nuestra invitada? –preguntó Voldemort.
Alzó los ojos a la cara que estaba
bocabajo. Todos los mortifagos estaban mirando hacia la
cautiva ahora, ya que se les había dado
permiso para mostrar curiosidad.
Cuando volvió la cara hacia la luz
del fuego, la mujer dijo con voz rota y aterrada.
-¡Ayúdame!
-Ah,
sí, -dijo cuando la prisionera volvió
a girar lentamente hacia otro lado.
-¿Y
tú, Draco? -preguntó Voldemort, acariciando el hocico de la
serpiente con la mano libre de la varita. Draco sacudió la cabeza tirantemente. Ahora que la mujer había despertado,
parecía incapaz de seguir mirándola.
-Pero
no tendrás que asistir a sus clases, -dijo Voldemort-. Para aquellos de vosotros que no lo sepáis, nos reunimos aquí
esta noche por Charity Burbage quien, hasta recientemente, enseñaba en la
Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.
4t Fragmento
Se
sentó derecho y examinó el mellado pedazo con el que se había cortado, sin ver nada más que sus propios brillantes
ojos
reflejados en él. Luego puso el fragmento
sobre El Profeta de esa mañana, que descansaba sobre la cama sin leer,
e intentó contener el repentino flujo de amargos recuerdos, las
puñaladas de añoranza y
nostalgia que el descubrimiento del espejo roto habían ocasionado,
atacando el resto de la basura que había en
el baúl.
Le
llevó otra hora vaciarlo completamente,
tirar las cosas inútiles y clasificar las restantes en pilas de acuerdo a si
iba a necesitarlas o no a partir de ahora.
Los
uniformes del colegio, el
caldero, pergaminos, plumas y la mayoría de los libros de texto fueron
apilados en una esquina,
para ser dejados atrás.
5t Fragmento
-Y
tú conmigo, Harry. ¿Te parece bien? -dijo, que parecía un poco ansioso-. Iremos en la moto, las escobas y los thestrals no pueden con mi peso,
ya ves.
-Genial, -dijo Harry,
no muy sinceramente.
-Creemos
que los mortifagos esperará que vayas en escoba, -dijo Moody, que pareció suponer lo que Harry
estaba sintiendo-. Snape ha tenido tiempo suficiente
para contarles de ti lo que nunca antes ha mencionado, así que si topamos con
algún mortifago, apostamos a que escogerá al Potter que parezca a gusto en la
escoba. Todo bien entonces, -siguió, atando el saco con la ropa de los falsos Potters y abriendo camino hacia la puerta-.
Faltan tres minutos hasta la hora en la que se supone que debemos
salir. No servirá de nada cerrar la puerta trasera, no mantendrá fuera a los mortifagos
cuando vengan. Vamos…
Harry
se apresuró a reunir su mochila, su Saeta de Fuego y la jaula de Hedwig y siguió al grupo hacia el oscuro
jardín trasero.
Cabaña Semi-Dioses:
Fragmento 1
Fui en taxi hasta el apartamento de mi madre, llamé al timbre y allí estaba: mi
preciosa madre, con aroma a menta y regaliz, cuyo cansancio y preocupación
desaparecieron de su rostro al verme.
—¡Percy! Oh, gracias al cielo. Oh, mi niño.
Me dio un fuerte abrazo y nos quedamos en el pasillo, mientras ella sollozaba y
me acariciaba el pelo. Lo admitiré: también yo tenía los ojos llorosos. Temblaba de
emoción, tan aliviado me sentía.
Me dijo que sencillamente había aparecido en el apartamento aquella mañana y
Gabe casi se había desmayado del susto. No recordaba nada desde el Minotauro, y no
podía creerse lo que le había contado Gabe: que yo era un criminal buscado, que
había viajado por todo el país y había estropeado monumentos nacionales de
incalculable valor. Se había vuelto loca de preocupación todo el día porque no había
oído las noticias. Gabe la había obligado a ir a trabajar, puesto que tenía un sueldo
que ganar.
Me tragué la ira y le conté mi historia. Intenté suavizarla para que pareciera
menos horrible de lo que en realidad había sido, pero no era tarea fácil.
Cerró los ojos.
Fragmento 2
—¿Y para qué, señor Jackson —insistió Brunner, parafraseando la excelente
pregunta de la señorita Bobofit—, hay que saber esto en la vida real?
—Cierra el pico —siseó Nancy, con la cara aún más roja que su pelo.
Por lo menos habían pillado también a Nancy. El señor Brunner era el único que
la sorprendía diciendo maldades. Tenía radares por orejas.
Pensé en su pregunta y me encogí de hombros.
—No lo sé, señor.
—Ya veo.
—Brunner pareció decepcionado—. Bueno, señor Jackson, ha salido medio
airoso. Es cierto que Zeus le dio a Cronos una mezcla de mostaza y vino que le hizo
expulsar a sus otros cinco hijos, que al ser dioses inmortales habían estado viviendo y
creciendo sin ser digeridos en el estómago del titán. Los dioses derrotaron a su padre,
lo cortaron en pedazos con su propia hoz y desperdigaron los restos por el Tártaro, la
parte más oscura del inframundo.
Fragmento 3
Se produjo un largo silencio, sólo interrumpido por el crepitar de la hoguera.
Zeus abrió la palma de la mano. El rayo maestro voló hasta allí. Cuando cerró el
puño, los extremos metálicos zumbaron por la electricidad hasta que sostuvo lo que
parecía más un relámpago, una jabalina cargada de energía sonora que me erizó la
nuca.
—Presiento que el chico dice la verdad —murmuró Zeus—. Pero que Ares haya
hecho algo así... es impropio de él.
—¿Señor? —tercié.
—Ares no actuó solo. La idea se le ocurrió a otro, a otra cosa.
Describí mis sueños y aquella sensación experimentada en la playa, aquel fugaz
aliento maligno que pareció detener el mundo y evitó que Ares me matara.
—En los sueños —proseguí—, la voz me decía que llevara el rayo al inframundo.
Ares sugirió que él también había soñado. Creo que estaba siendo utilizado, como yo,
para desatar una guerra.
—¿Acusas a Hades, después de todo? —preguntó Zeus.
—No —contesté—. Quiero decir, señor Zeus, que he estado en presencia de
Hades. La sensación de la playa fue diferente. Fue lo mismo que sentí cuando me
acerqué al foso. Es la entrada al Tártaro, ¿no? Algo poderoso y malvado se está
desperezando allí abajo... algo más antiguo que los dioses.
—Asunto concluido —dijo—. Tengo que ir a purificar este relámpago en las
aguas de Lemnos, para limpiar la mancha humana del metal. —Se levantó y me miró.
Su expresión se suavizó ligeramente—. Me has hecho un buen servicio, chico. Pocos
héroes habrían logrado tanto.
—Tuve ayuda, señor —respondí—. Grover Underwood y Annabeth Chase...
—Para mostrarte mi agradecimiento, te perdonaré la vida. No confío en ti,
Perseus Jackson. No me gusta lo que tu llegada supone para el futuro del Olimpo,
pero, por el bien de la paz en la familia, te dejaré vivir.
—Esto... gracias, señor.
—Ni se te ocurra volver a volar. Que no te encuentre aquí cuando vuelva. De otro
modo, probarás este rayo. Y será tu última sensación.
El trueno sacudió el palacio. Con un relámpago cegador, Zeus desapareció.
Fragmento 4
Ares agarró el escudo y lo hizo girar en el aire como una masa de pizza. Cambió
de forma y se convirtió en un chaleco antibalas. Se lo colocó por la espalda.
—¿Ves ese camión de ahí? —Señaló un tráiler de dieciocho ruedas aparcado en la
calle junto al restaurante—. Es vuestro vehículo. Os conducirá directamente a Los
Ángeles con una parada en Las Vegas.
El camión llevaba un cartel en la parte trasera, que pude leer sólo porque estaba
impreso al revés en blanco sobre negro, una buena combinación para la dislexia:
«amabilidad internacional: TRANSPORTE DE ZOOS HUMANOS. PELIGRO:
ANIMALES SALVAJES VIVOS.»
—Estás de broma —dije.
Ares chasqueó los dedos. La puerta trasera del camión se abrió.
—Billete gratis, pringado. Deja de quejarte. Y aquí tienes estas cosillas por hacer
el trabajo.
Sacó una mochila de nailon azul y me la lanzó. Contenía ropa limpia para todos,
veinte pavos en metálico, una bolsa llena de dracmas de oro y una bolsa de galletas
Oreo con relleno doble.
—No quiero tus cutres... —empecé.
Me rechinaron los dientes. Probablemente era un insulto mortal rechazar algo de
un dios, pero no quería nada que Ares hubiese tocado. A regañadientes, me eché la
mochila al hombro.
Fragmento 5
Tras unos kilómetros caminando, empezamos a oír un chirrido familiar en la
distancia. En el horizonte se cernía un reluciente palacio de obsidiana negra. Por
encima de las murallas merodeaban tres criaturas parecidas a murciélagos: las Furias.
Me dio la impresión de que nos esperaban.
—Supongo que es un poco tarde para dar media vuelta —comentó Grover,
esperanzado.
—No va a pasarnos nada. —Intentaba aparentar seguridad.
—A lo mejor tendríamos que buscar en otros sitios primero —sugirió Grover—.
Como el Elíseo, por ejemplo...
Grover emitió un gritito. Las alas de sus zapatillas se desplegaron y lo lanzaron
lejos. Aterrizó dándose una buena costalada.
—Pero si yo no...
Otro gritito. Sus zapatos revoloteaban como locos. Levitaron unos centímetros por encima del suelo y empezaron a arrastrarlo.
—Maya! —gritó, pero la palabra mágica parecía no surtir efecto—. Maya! ¡Por
favor! ¡Llamad a emergencias! ¡Socorro!
Evité que su brazo me noqueara e intenté agarrarle la mano, pero llegué tarde.
Empezaba a cobrar velocidad y descendía por la colina como un trineo.
Fragmento 1
Fui en taxi hasta el apartamento de mi madre, llamé al timbre y allí estaba: mi
preciosa madre, con aroma a menta y regaliz, cuyo cansancio y preocupación
desaparecieron de su rostro al verme.
—¡Percy! Oh, gracias al cielo. Oh, mi niño.
Me dio un fuerte abrazo y nos quedamos en el pasillo, mientras ella sollozaba y
me acariciaba el pelo. Lo admitiré: también yo tenía los ojos llorosos. Temblaba de
emoción, tan aliviado me sentía.
Me dijo que sencillamente había aparecido en el apartamento aquella mañana y
Gabe casi se había desmayado del susto. No recordaba nada desde el Minotauro, y no
podía creerse lo que le había contado Gabe: que yo era un criminal buscado, que
había viajado por todo el país y había estropeado monumentos nacionales de
incalculable valor. Se había vuelto loca de preocupación todo el día porque no había
oído las noticias. Gabe la había obligado a ir a trabajar, puesto que tenía un sueldo
que ganar.
Me tragué la ira y le conté mi historia. Intenté suavizarla para que pareciera
menos horrible de lo que en realidad había sido, pero no era tarea fácil.
Cerró los ojos.
Fragmento 2
—¿Y para qué, señor Jackson —insistió Brunner, parafraseando la excelente
pregunta de la señorita Bobofit—, hay que saber esto en la vida real?
—Cierra el pico —siseó Nancy, con la cara aún más roja que su pelo.
Por lo menos habían pillado también a Nancy. El señor Brunner era el único que
la sorprendía diciendo maldades. Tenía radares por orejas.
Pensé en su pregunta y me encogí de hombros.
—No lo sé, señor.
—Ya veo.
—Brunner pareció decepcionado—. Bueno, señor Jackson, ha salido medio
airoso. Es cierto que Zeus le dio a Cronos una mezcla de mostaza y vino que le hizo
expulsar a sus otros cinco hijos, que al ser dioses inmortales habían estado viviendo y
creciendo sin ser digeridos en el estómago del titán. Los dioses derrotaron a su padre,
lo cortaron en pedazos con su propia hoz y desperdigaron los restos por el Tártaro, la
parte más oscura del inframundo.
Fragmento 3
Se produjo un largo silencio, sólo interrumpido por el crepitar de la hoguera.
Zeus abrió la palma de la mano. El rayo maestro voló hasta allí. Cuando cerró el
puño, los extremos metálicos zumbaron por la electricidad hasta que sostuvo lo que
parecía más un relámpago, una jabalina cargada de energía sonora que me erizó la
nuca.
—Presiento que el chico dice la verdad —murmuró Zeus—. Pero que Ares haya
hecho algo así... es impropio de él.
—¿Señor? —tercié.
—Ares no actuó solo. La idea se le ocurrió a otro, a otra cosa.
Describí mis sueños y aquella sensación experimentada en la playa, aquel fugaz
aliento maligno que pareció detener el mundo y evitó que Ares me matara.
—En los sueños —proseguí—, la voz me decía que llevara el rayo al inframundo.
Ares sugirió que él también había soñado. Creo que estaba siendo utilizado, como yo,
para desatar una guerra.
—¿Acusas a Hades, después de todo? —preguntó Zeus.
—No —contesté—. Quiero decir, señor Zeus, que he estado en presencia de
Hades. La sensación de la playa fue diferente. Fue lo mismo que sentí cuando me
acerqué al foso. Es la entrada al Tártaro, ¿no? Algo poderoso y malvado se está
desperezando allí abajo... algo más antiguo que los dioses.
—Asunto concluido —dijo—. Tengo que ir a purificar este relámpago en las
aguas de Lemnos, para limpiar la mancha humana del metal. —Se levantó y me miró.
Su expresión se suavizó ligeramente—. Me has hecho un buen servicio, chico. Pocos
héroes habrían logrado tanto.
—Tuve ayuda, señor —respondí—. Grover Underwood y Annabeth Chase...
—Para mostrarte mi agradecimiento, te perdonaré la vida. No confío en ti,
Perseus Jackson. No me gusta lo que tu llegada supone para el futuro del Olimpo,
pero, por el bien de la paz en la familia, te dejaré vivir.
—Esto... gracias, señor.
—Ni se te ocurra volver a volar. Que no te encuentre aquí cuando vuelva. De otro
modo, probarás este rayo. Y será tu última sensación.
El trueno sacudió el palacio. Con un relámpago cegador, Zeus desapareció.
Fragmento 4
Ares agarró el escudo y lo hizo girar en el aire como una masa de pizza. Cambió
de forma y se convirtió en un chaleco antibalas. Se lo colocó por la espalda.
—¿Ves ese camión de ahí? —Señaló un tráiler de dieciocho ruedas aparcado en la
calle junto al restaurante—. Es vuestro vehículo. Os conducirá directamente a Los
Ángeles con una parada en Las Vegas.
El camión llevaba un cartel en la parte trasera, que pude leer sólo porque estaba
impreso al revés en blanco sobre negro, una buena combinación para la dislexia:
«amabilidad internacional: TRANSPORTE DE ZOOS HUMANOS. PELIGRO:
ANIMALES SALVAJES VIVOS.»
—Estás de broma —dije.
Ares chasqueó los dedos. La puerta trasera del camión se abrió.
—Billete gratis, pringado. Deja de quejarte. Y aquí tienes estas cosillas por hacer
el trabajo.
Sacó una mochila de nailon azul y me la lanzó. Contenía ropa limpia para todos,
veinte pavos en metálico, una bolsa llena de dracmas de oro y una bolsa de galletas
Oreo con relleno doble.
—No quiero tus cutres... —empecé.
Me rechinaron los dientes. Probablemente era un insulto mortal rechazar algo de
un dios, pero no quería nada que Ares hubiese tocado. A regañadientes, me eché la
mochila al hombro.
Fragmento 5
Tras unos kilómetros caminando, empezamos a oír un chirrido familiar en la
distancia. En el horizonte se cernía un reluciente palacio de obsidiana negra. Por
encima de las murallas merodeaban tres criaturas parecidas a murciélagos: las Furias.
Me dio la impresión de que nos esperaban.
—Supongo que es un poco tarde para dar media vuelta —comentó Grover,
esperanzado.
—No va a pasarnos nada. —Intentaba aparentar seguridad.
—A lo mejor tendríamos que buscar en otros sitios primero —sugirió Grover—.
Como el Elíseo, por ejemplo...
Grover emitió un gritito. Las alas de sus zapatillas se desplegaron y lo lanzaron
lejos. Aterrizó dándose una buena costalada.
—Pero si yo no...
Otro gritito. Sus zapatos revoloteaban como locos. Levitaron unos centímetros por encima del suelo y empezaron a arrastrarlo.
—Maya! —gritó, pero la palabra mágica parecía no surtir efecto—. Maya! ¡Por
favor! ¡Llamad a emergencias! ¡Socorro!
Evité que su brazo me noqueara e intenté agarrarle la mano, pero llegué tarde.
Empezaba a cobrar velocidad y descendía por la colina como un trineo.
Cabaña Divergente:
1r fragmento
1r fragmento
___ no suele oponerse a cualquier cosa que
Intrepidez nos dice que hagamos. No creo que sea por miedo; él sólo sabe que es
inútil oponerse. Esta vez ___ encaja su amplia mandíbula. Llegó al límite de su
cumplimiento.
―No ―dice.
― ¿Por qué no? ―Los pequeños y brillantes
ojos de Eric se fijan en la cara de ___―. ¿Tienes miedo?
― ¿De ser apuñalado por un cuchillo volador? ―dice ___―. ¡Sí, lo tengo!
2o fragmento
Echo un vistazo a _______. Ella inclina la
cabeza y frunce el ceño ante el tablero. Ella no es la única. El silencio en la
sala es incómodo, como si se balanceara hacia atrás y adelante en una repisa.
Luego, ésta cae.
―¿Qué? ―demanda Molly. Ella apunta a
________―. ¡Le pegué! Le pegué en cuestión de minutos, ¿y ella está clasificada
por encimade mí?
―Sí ―dice _______, cruzando los brazos. Lleva una sonrisa de
autosuficiencia―. ¿Y?
3r fragmento
―Pueden pasar los obstáculos de una de dos
maneras. O encuentran una manera de calmarse lo suficiente para que la
simulación registre un ritmo cardíaco estable y normal, o encuentran una manera
de enfrentar el temor, lo cual puede forzar a la simulación a seguir adelante.
Una manera de enfrentar el temor de ahogarse es nadar más profundo, por
ejemplo. ―Cuatro se encoje de hombros―. Así que sugiero que se tomen la próxima
semana para considerar sus temores y desarrollar estrategias para enfrentarlos.
―Eso no suena muy justo ―dice _____―. ¿Qué
pasa si una persona sólo tiene siete temores y otra tiene veinte? Esa no es su
culpa.
Cuatro lo observa por unos pocos segundos y
luego se ríe.
― ¿Realmente quieres hablar sobre lo que es
justo?
La multitud de Iniciados se aparta para hacerle camino mientras él se
dirige hacia _____, dobla los brazos y dice, en una voz letal: ―Entiendo por
qué estas preocupado, _____. Los eventos de anoche ciertamente prueban que eres
un cobarde miserable.
4o fragmento
Después de unos segundos de dar vueltas, ____
grita: ―¿Creen que esta es una actividad de ocio? ¿Deberíamos pedir medio
tiempo para una siesta? ¡Luchen entre sí!
―Pero... ―Al se endereza, bajando sus manos,
y dice―, ¿es con puntos o algo así? ¿Cuándo termina la pelea?
―Se termina cuando uno de ustedes no pueda
continuar ―dice ____.
―De acuerdo a las normas de Intrepidez ―dice
Cuatro―, uno de ustedes también podría ceder.
____ entorna los ojos hacia Cuatro. ―De acuerdo
con las viejas reglas ―dice―. En las nuevas reglas, nadie cede.
5o fragmento
Su pelo es negro y lacio, pero en la luz veo
que está veteado de gris.
―Toma asiento y ponte cómoda ―dice―. Mi
nombre es ____.
Torpemente me siento en la silla y me
reclino, poniendo la cabeza en el reposacabezas. Las luces hieren mis ojos.
_____ se entretiene con la máquina a mi
derecha. Trato de concentrarme en ella y no en los cables en sus manos.
―¿Por qué el halcón? ―dejo escapar mientras
ella me pone un electrodo en la frente.
―Nunca conocí a un Abnegación curioso antes ―dice, arqueando las cejas
hacia mí.
Cabaña Distrito 12:
Primer extracto:
Me pongo de lado y me encuentro mirando a Gale a los ojos.
Durante un instante, el mundo desaparece
y solo existe su cara enrojecida, el pulso que le late en las sienes, sus
labios ligeramente abiertos intentado recuperar aliento.
-¿Estás bien?- me pregunta, y sus palabras quedan casi
ahogadas por una explosión
-Sí, creo que no me han visto. Es decir, que no nos siguen.
-No, tenían otro blanco.
-Lo sé, pero ahí solo esta….
Los dos nos damos cuenta a la vez:
-El hospital
Gale se levanta al instante y grita a los demás:
-¡Están bombardeando el hospital!
-Katniss- me dice Haymitch por el auricular, y se lo que
viene después-, ¡ni se te ocurra…..!
Segundo extracto
-¿Y esas pulseras tan monas?- pregunta Johanna
-todavía no soy del todo digno de confianza- responde Peeta-.
Ni siquiera puedo sentarme aquí sin vuestro permiso- añade, señalando con la
cabeza a sus vigilantes
-Por supuesto que puedes sentarte aquí, somos viejos amigos-
dice Johana dando palmaditas en el
asiento que tiene al lado. Los vigilantes acceden y Peeta se sienta-. Peeta y
yo teníamos celdas contiguas en el capitolio. Estábamos muy familiarizados con
nuestros respectivos gritos.
Finnick lanza a Johana una mirada asesina.
-¿Qué? Mi médico de la cabeza dice que no debo censurar
mis pensamientos, que es parte de la terapia-contesta Johana
Tercer extracto
El hombre baja el látigo.
—Ha interrumpido el castigo
de un delincuente confeso.
En este hombre todo apunta
a una amenaza desconocida y peligrosa: su voz autoritaria, su extraño acento...
¿De dónde ha venido? ¿Del Distrito 11? ¿Del 3? ¿Del Capitolio?
—¡Me da igual que haya
hecho estallar el maldito Edificio de Justicia! ¡Mírele la mejilla! ¿Cree que
estará lista para las cámaras en una semana? —ladra Haymitch.
La voz del hombre sigue
fría, pero detecto una ligera vacilación.
—No es mi problema.
—¿No? Bueno, pues lo va a
ser, amigo. ¡Lo primero que haré cuando llegue a casa será llamar al Capitolio
y averiguar quién le ha dado permiso para destrozarle la cara a mi preciosa
vencedora!
—Es un cazador furtivo.
Además, no es asunto de la chica.
Uno de ellos, una mujer
llamada Purnia que suele comer en el puesto de Sae la Grasienta, da un tenso
paso adelante.
—Creo que ya se ha
dispensado el número de latigazos establecido para un primer delito, señor
—afirma—. A no ser que se trate de una condena a muerte, en cuyo caso lo
haríamos mediante pelotón de fusilamiento.
—¿Es el protocolo estándar
por aquí? —pregunta el jefe.
—Sí, señor —responde
Purnia, y otros asienten para apoyarla. Estoy segura de que, en realidad, nadie
lo sabe, porque en el Quemador el protocolo estándar para alguien que aparece
con un pavo silvestre es que los muslos se subasten entre todos.
—Muy bien, llévate de aquí
a tu primo, chica. Y si vuelve en sí, recuérdale que la próxima vez que cace
fuera de las tierras del Capitolio reuniré personalmente al pelotón de
fusilamiento.
Cuarto extracto
-¡Excelente! ¡Ya casi
pareces un ser humano! -exclama Flavius, y todos se ríen.
-Gracias --respondo
con dulzura, obligándome a sonreír para demostrarles lo agradecida que estoy-.
En el Distrito 12 no tenemos muchas razones para arreglarnos.
-Pero no te preocupes -añade
Venia-. Cuando Cinna acabe contigo, ¡vas a estar absolutamente divina!
-¡Te lo prometemos! ¿Sabes?
Ahora que nos hemos librado de tanto pelo y porquería, ¡no estás tan horrible,
ni mucho menos! -afirma Flavius, para animarme-. ¡Vamos a
llamar a Cinna!
Salen disparados del cuarto. Los miembros
del equipo de preparación son tan bobos que me resulta difícil odiarlos. Sin
embargo, curiosamente, sé que son sinceros en su intento por ayudarme.
Quinto
extracto:
—El jefe Thread nos envió con un mensaje
para usted —responde la mujer.
—Llevan horas esperándote —añade mi madre.
Esperaban que no apareciese, confirmar que
me había electrocutado en la alambrada o que me había quedado atrapada en el
bosque para poder llevarse a mi familia e interrogarla.
—Debe de ser un mensaje muy importante
—comento.
—¿Podemos preguntarle dónde ha estado,
señorita Everdeen? — pregunta la mujer.
—Sería mejor preguntar dónde no he estado
—respondo, dejando escapar un bufido. Atravieso la cocina obligándome a usar
los pies con normalidad, aunque cada paso que doy me mata de dolor. Camino
entre los dos agentes y llego bien hasta la mesa. Dejo caer la bolsa y me
vuelvo hacia Prim, que está muy tiesa junto a la chimenea. Peeta también
están aquí.
—Pues no he estado hablando con el hombre de
las cabras sobre cómo preñar a la cabra de Prim, porque alguien me dio una
dirección completamente equivocada —respondo mirando a Prim, poniendo mucho énfasis
en mis palabras.
—No es verdad, te di la dirección correcta
—protesta ella.
—Me dijiste que vivía al lado de la entrada
oeste de la mina.
—De la entrada este —me corrige Prim.
—Dijiste claramente que era la oeste, porque
después yo te dije: «¿Junto a la escombrera?». Y tú respondiste que sí.
—La escombrera que está junto a la entrada
este —insiste Prim con paciencia.
—No, ¿cuándo dijiste eso?
—Era la este, sin duda —añade Peeta. Miro con odio a Peeta y él intenta parecer
arrepentido—.Lo siento, pero es lo que yo decía, no escuchas a los demás cuando
te hablan.
Tienen hasta el día Miércoles a media noche (Hora española) para enviar las respuestas.
Mucha suerte
Directiva Campamento Fandoms.
falta en el dialogo o es que no lo nombran y deberían hacerlo?
ResponderEliminarHola martina! el dialogo que falta es el personaje perdido que ustedes deben encontrar, así que si ya sabes quienes falta, esperamos tus respuestas.
EliminarSaludos.